Es inútil no vale la pena, en invierno el sol no calienta sino que se congela, cae cada trozo sobre mi y me raja el alma, que a gritos mudos se queja, toneladas de tristeza en mi mochila de cemento y mi cabeza, que no para de pensarte y como pesas.
Como una limosna me entregas, instantez de tu presencia que me arranca mi sonrisa a ciegas,
topos en tu indiferencia que me mata dentro, y esos ojos ya no se tropiezan ni tiemblan cuando estoy cerca no, ahora bostezan y se van no importa donde.
Aquí me ves quemando margaritas a tus pies, con la lengua ardiendo y mi alma a la sombra de un ciprés, y tu con tu boca en cualquier bar de copas, regalando besos perdiendo la ropa,
no ves mi derrota, mira no ves mi derrota.
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